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Hígado graso en niños y adolescentes - IECED

En un mundo donde la obesidad infantil y juvenil está en aumento, otro problema de salud silencioso y subestimado está emergiendo: el hígado graso en niños y adolescentes es una enfermedad peligrosa. Lo que alguna vez fue considerada una afección exclusiva de adultos está afectando el desarrollo y salud de los más jóvenes. Planteando preocupaciones serias y llamando la atención sobre la importancia de una dieta saludable y un estilo de vida activo desde temprana edad. De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), en Ecuador 1 de cada 3 niños en edad escolar sufre de obesidad.

El hígado graso no alcohólico (HGNA) se caracteriza por la acumulación de grasa en el hígado sin que el alcohol sea un factor directo. Hasta hace poco, esta afección se asociaba principalmente con adultos mayores con factores de riesgo como: la obesidad, la diabetes y la resistencia a la insulina. Sin embargo, las estadísticas actuales indican un aumento alarmante en la prevalencia del HGNA en niños y adolescentes, lo que apunta a la epidemia de obesidad como el principal culpable.

La tendencia en Latinoamérica durante los últimos años es el aumento, actualmente el 38% de la población padece de hígado graso. Aunque por tratarse de una enfermedad que actúa de manera silenciosa, se reconoce que las cifras pueden ser mayores.

Hígado graso en niños y adolescentes

Especialista

De acuerdo con la Dra. Walkenys Waldorph, gastroenteróloga de Endoscopynet by IECED de Manta, se trata de una enfermedad que cada vez tiene más incidencia en el país, “Según datos de la encuesta STEPS realizada por el Ministerio de Salud Pública, en Ecuador el 67.4% de mujeres y un 59.7% en hombres mayores de 45 años padecen esta enfermedad”.

Muchos padres y profesionales de la salud pueden no estar completamente conscientes de esta conexión entre la obesidad y el hígado graso en los jóvenes, lo que retrasa la intervención. La educación y la conciencia, son esenciales para garantizar que el problema sea identificado y abordado a tiempo. Y es que, precisamente se necesita una detección temprana, pues esta afección puede tener consecuencias a largo plazo, como la esteatohepatitis no alcohólica (EHNA) y la cirrosis en etapas avanzadas.

Diagnóstico

En una evaluación médica inicial, el profesional de la salud puede indagar sobre la historia médica, antecedentes familiares, hábitos alimenticios y estilo de vida del paciente. El diagnóstico definitivo, generalmente se basa en pruebas de laboratorio como análisis de sangre para medir los niveles de enzimas hepáticas y otros marcadores relacionados con la función hepática. En el laboratorio clínico LABS se realizan pruebas de colesterol, triglicéridos,  got, gpt y gamma que son de las más modernas y precisas en el mercado. De igual manera se puede solicitar imágenes de diagnóstico, como ecografías, tomografías computarizadas o Fibroscan que pueden ayudar a evaluar la cantidad de grasa acumulada en el hígado y su posible extensión a través del tejido hepático. Este último lo realiza IECED, y se lo considera uno de los más precisos del mercado. 

Invertir en un futuro saludable

El hígado graso en niños y adolescentes es una enfermedad peligrosa por lo que debe ser un llamado de atención para padres, educadores y profesionales de la salud por igual. La inversión en una dieta saludable, un estilo de vida activo y la conciencia sobre los riesgos del hígado graso desde una edad temprana, son esenciales para garantizar un futuro saludable para las generaciones venideras. Enfrentar este desafío requiere un esfuerzo colectivo y una dedicación constante para proteger la salud y el bienestar de nuestros jóvenes.

 

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