Desde pequeño le encantaba la biología y la química. Recuerda que de sus regalos más preciados fueron los juegos de ciencias. Aspectos de su vida que lo llevaron a decidirse por el camino de la medicina. Lo que no tenía claro era la especialidad. La gastroenterología y endoscopía llegaron de manera fortuita, gracias a sus mentores. «Entramos un grupo de amigos recién graduados a hacer un internado rotatorio de posgrado en el hospital de Clínicas Caracas, y yo ahí no estaba seguro si quería hacer cirugía de la mano o endocrinología… No lo tenía claro… Y uno de mis maestros nos encaminó a todos hacia algunas cosas… Y, pues aquí estoy, gracias a mi maestro Manuel Bronstein no haría ninguna otra especialidad. Si vuelvo a nacer, vuelvo a hacer medicina y vuelvo a hacer endoscopia», relata con gratitud. Recuerda que su conexión con el Dr. Carlos Robles-Medranda, Director del IECED, fue antes de que existiera el centro. Se conocieron en un congreso panamericano y desde entonces, se volvieron grandes amigos.